sábado, 28 de marzo de 2009

Artistas con corazón'09


Pues como el año pasado, misspink ha vuelto a organizar la exposición de "artistas con corazón", en la que nos invita a todos los bloggeros que nos dedicamos a la artesanía, sea de la técnica que sea, a colaborar para recaudar fondos para la lucha contra el cáncer.

Ya el año pasado, participé sin dudarlo, aun con el tema bodorrio pendiente, y casi casi que a la par que andaba haciendo broches para colaborar con la causa, iba montando mariposas, alfileres, poniendo etiquetas, las bolsitas de marras... Este año, tendré que compaginarlo con otro tema, no menos importante en mi vida, pero que como hay tiempo(el plazo para enviar las cositas con las que quieras poner tu granito de arena es hasta junio), pues lo voy a intentar, ya que creo que ahora más que nunca me toca de lleno esta lucha, que a veces resulta tan cansada, incluso infructuosa.

Mi primera vez, por asi llamarlo, cuando empecé a ser consciente de que el cáncer era una enfermedad tan cruel y tan dura de afrontar, tenía trece años, y mi madre andaba en el hospital, con un cáncer de ovario, que la hizo tambalearse en la cuerda floja durante esos días. Lo pasamos mal, sobretodo porque hasta que no la operaron no supimos la embergadura de la situación. Menos mal, que en su caso fue "muerto el perro, se acabó la rabia". Hace unos años parecía que la historia se repetía, pero resultó ser un amago, una broma macabra que nos jugó la vida, y lo que parecía al final no era, menos mal. Y hasta hoy, dando gracias al de ahí arriba.

Luego, han pasado por mi vida gente que ha dejado su huella, amigos de la infancia, hermanos de amigos que conoces de siempre... y que en determinadas ocasiones te supone la pérdida de ese ser, y en otras, triunfa la vida y sigues cruzándotelos de cuando en cuando por la calle, te saludas, comentas, ríes... sigue pasando el tiempo y las horas tal cual está planificado. Pero nunca te imaginas que puedas volver a pasar por algo parecido, hasta que llega el día que te llama tu padre por teléfono, dándote la noticia de que ese familiar tan cercano, que si lo pinchan tú eres el que sangra, tiene leucemia. Leucemia, la gran desconocida. Ese cáncer tan maldito, que hasta se torna el tabú alrededor de él. Rápidamente, a informarnos todos, porque no es mucho lo que conocíamos sobre el tema. A los pocos días, el médico nos informa que el nombre y apellidos que lleva la cepa que mi familiar sufre, corresponde a uno de los tipos más agresivos que se conocen. Empieza el tratamiento. Tiene cura, o eso dicen. Tratamiento largo donde los haya, sesiones de quimio de semanas de duración, pelos, sangre, infecciones, mascarillas, lavados exaustivos de manos, noches interminables de hospital... Pero no fue hasta dos semanas después de comenzar el tratamiento, hasta que no supimos de verdad lo que todo esto significaba. Al principio, te lo tomas como una enfermedad grave, pero no le das la gravedad que de verdad le corresponde. Y una tarde calurosa donde las haya, vienen a buscarte para llevarte al hospital, con una urgencia inusual. Y en el camino, te ponen al corriente de lo sucedido. No quería escuchar, no quería que me hablasen, no quería que nadie mencionase la palabra maldita en el coche, aunque era evidente, seamos realistas, que era casi que la única opción de salida que había. Mi familiar había sufrido una crisis, pulmones encharcados, riñón que no funcionaba, el hígado tenía todas las papeletas de empezar también a fallar... le daban dos días, a lo sumo tres. Es entonces cuando te encomiendas a todo santo que se te pasa por la cabeza, cuando rezas todas las oraciones que recuerdas, y cuando empiezas a concienciarte de que lo que no podía ser, era. Según los médicos, sólo un milagro podía devolverla a nuestro lado. Y mira por dónde, y sin querer atribuirle el salvamento a nadie porque nunca sabes si creer o no, tres días después, sucedió, y empezó a recuperarse, poquito a poco, sin prisa, pero sin pausa, volviendo a la vida que casi pierde con todo el esfuerzo que ello supone, y nosotros, volviendo también a nuestro ser, del que nos habían arrancado casi del cuajo.
Como dice el refrán, con paciencia y una caña, todo se pesca. Y con fuerza, muuuucha fuerza, por parte del que sufre la enfermedad, como por los que rodean al paciente. Risas forzadas, lágrimas ahogadas en los pasillos, gente que viene y va, pero que siempre está, compañeros de fatigas que a fuerza de casi convivir con ellos durante tanto tiempo, terminas por considerarlos casi amigos.
Vuelves a pasar por las mismas situaciones, sesión tras sesión, pero parece que cada vez te haces más a ese modo de vida, a esa rutina, lo haces parte de tu día a día, y todo lo vivido cada vez te parece menos dramático.
Hasta que llega el día en que termina el tratamiento, el día que sale del hospital para no volver a ingresar, de momento, claro. Y desde entonces, hasta ahora, que quién lo ha visto y quién lo ve. Hay quien dice que el tratamiento le ha afectado a la cabeza, que parece que está un poco... digamos que locuelo. Creo que yo, si pasara por ese trance en primera persona, no estaría un poco, sino que se me hubiese ido la chaveta totalmente, vamos, de psiquiátrico totalmente, porque ha sido con el papel que se me asignó, y me ha afectado muchísimo, para bien o mal, y vamos, convencida de que ha influido en todas las decisiones que he tomado desde entonces.
Ahora, ya más tranquilos, miramos atrás con recelo, pero yo, particularmente, en parte no maldigo del todo lo pasado, pues ha servido para unirnos más como familia, para hacernos ver con los que podemos contar y con los que no, te abre los ojos, porque ves que todo aquello que tu creías que era tan importante, en realidad son vanalidades. Se establecen otras prioridades, porque vida sólo hay una, y hay que vivirla al máximo.
Es la primera vez que cuento esto, no sé por qué, pero hoy ha sido empezar a escribir la entrada, para promocionar la extraordinaria labor que hace esta chica, y los dedos se han ido sobre las teclas, dejando plasmado todo lo que ya se ha leído. No sé si está fuera de lugar o no, pero tal vez, después de todo el año que hemos pasado, necesitaba contarlo desde mi experiencia. Nunca antes quise hacerlo, no quería que nadie me viese como una egoísta que le da más importancia a su sufrimiento como "familiar de", al del propio paciente. Totalmente lo contrario, he querido plasmar su historia, pero contada desde mi persona, desde los pies de su cama, sin profundizar en su sufrimiento, porque por más que intente ponerme en su piel, nunca jamás podré saberlo, y por supuesto, incomparable con el del resto.
Si con esta historia conciencio a una sola persona de que hay que arrimar el hombro para poder avanzar en este campo, habrá valido la pena abrir mi corazón a todo el mundo cybernético.
Un beso muy fuerte a tod@s

3 comentarios:

Ana dijo...

Por desgracia en la familia y amigos cercanos nos hemos topado con él, hoy en día tengo a mi tía y a mi cuñada luchando, así que sé de lo que estás hablando.

Anónimo dijo...

Se perfectamente de lo que hablas y de como te sientes, un cancer de pulmon se llevó a mi padre hace 8 años y a día de hoy sigo recordando esos dias con dolor por la perdida y con alegria porque nos unio mas de lo que nunca estuvimos. Gracias por compartir esta esperiencia. Besicos

AZKIRA-PILAR dijo...

Bienvenida de nuevo, ánimo con todo lo que has aprendido, y fuerza para seguir.
Besazos

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